martes, 31 de marzo de 2009

MARIONETAS, CAPÍTULO I

El temor cósmico es la inseguridad humana que se siente ante la inmensidad del universo, también es el horror hacia lo desconocido, la incertidumbre. Según el patrón del poder inhumano procedente del temor cósmico, se crea el temor oficial, que es el miedo al poder humano, al poder creado y mantenido por el hombre.

El temor cósmico es utilizado por las religiones para que sus creyentes legitimen y quieran a su/sus Dios/Dioses; encontramos así un paralelismo con el temor oficial y el Estado: el temor oficial es utilizado por el Estado con la finalidad de que los individuos no duden de su función y lo necesiten para sentirse seguros.
El temor oficial es la clave de la efectividad del poder; la vulnerabilidad y la incertidumbre humanas son la principal razón de ser de todo poder político. En una sociedad moderna, la vulnerabilidad y la incertidumbre están garantizadas por las fuerzas del mercado, el poder político exige a sus súbditos que respeten la ley y a cambio él proporciona seguridad ante ese temor que ha creado, nos estamos refiriendo, sin duda, al “Estado de Bienestar”.

La idea originaria del “Estado de Bienestar” era hacerse cargo de ciertos riesgos individuales e intentar reducirlos. En la actualidad, esa idea ya no es válida debido a que se están eliminando las restricciones del mercado y restringiéndose las funciones proteccionistas del Estado (caminamos incesablemente hacia el más puro capitalismo). Las minorías que no pueden entrar en ese libre juego de mercado, pasan de ser un asunto de asistencia social a ser una cuestión de ley y orden.

El Estado, al desentenderse de esos asuntos, está perdiendo poder. Un Estado actual tiene que buscar otros asuntos con los que crear ese miedo/temor para poder ofrecer amparo y legitimarse. La alternativa se ha encontrado en proporcionar seguridad personal y, a partir del 11-S, se ha fortalecido ya que la gente se siente más insegura por el terrorismo global (“temores modernos”).

El Estado se dedica a dramatizar, transformar y tergiversar la realidad con tal de fortalecer su imagen de protector contra este nuevo enemigo de tal forma que se ha llegado a identificar a los refugiados, a los solicitantes de asilo, a los inmigrantes (los cuales antes despertaban compasión) con terroristas potenciales.
Bauman, Zygmunt: Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias

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